miércoles, 27 de abril de 2011

Con el corazón prendido.





Si, así con la inocencia de un infante, con ese brillo en los ojos que solo ellos tienen gracias a su bondad y limpieza en el alma, así como cuando llego a dictar mis clases de música y los niños espontáneamente deciden corear “La profe de música, la profe de música” cuando me ven llegar,  o cuando de repente mientras les estoy dando las indicaciones de cómo empezaremos a jugar se me lanzan con ese abrazo cálido, tan cálido que puedo sentir su energía vital algo así como una pase mágico que me transporta a su mundo y me retroalimenta de tal manera que el resto de día me siento inmortal al recordar sus sonrisas, son tiernas voces, sus caras uniformadas con jardineras azul rey.
Si, así como el bienestar que me produce que amanezca haciendo sol, que el aire acaricie mí cara mientras el resto de mi cuerpo percibe cada rayo de luz que me conecta de nuevo a la vida, con un sentido y una perspectiva renovada de aquel que se goza de su estancia en este mundo agradecido de tantos beneficios recibidos aún sin poseer merito para ellos.
Si, así como cuando hace silencio y puedo escuchar el latir de mi corazón conectado con mis pensamientos que desde un tiempo ya me dicen lo mismo, que lo quiero todavía, como desde el primer día que lo conocí en el ir y venir de la vida confabulada para que esto pasara, con esa misma emoción cuando supe que no era un fantasma para él, como cuando me derretí  al sentirlo tan cerca y me dio es beso que anhelaba tanto de su hermosa boca, con ese éxtasis animal de los cuerpos que se resumió en llanto, con esa sensación de que el tiempo no existe y me podría quedar para siempre custodiándole el sueño, con esa paz en el alma de solo desearle que se le dé todo lo bueno, con esa credibilidad que me generan sus palabras y me da la gana escuchar, con esa necesidad de verlo porque es mi buena compañía, con esa picardía que él logro que se revelara en mi, con esa perversión con la que cada mirada, cada caricia, cada contacto hace que muera y reviva en instantes, con ese deseo que hace que los pasteles de chocolate no tengan sentido, con ese amor que ahora me hace estar escribiendo esto a manera de catarsis de nuevo con el papel, porque aún amándolo de esta manera no sabría como decirle todo esto,  un esto que no comprendo porque es tan fuerte ni porque se dio, solo sé que me ha hecho experimentar sentimientos que en mi vida habían estado apagados, ahora estos le pertenecen y le agradecen haber sido despertados.

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